miércoles, 4 de junio de 2014

El peligro de los acuerdos baratos

No deja de sorprenderme la capacidad que tienen las empresas para adoptar buenas ideas, modificarlas a su gusto y convertirlas en terribles problemas. Lo peor de todo es que en general, todo este proceso está liderado por personas muy inteligentes y condimentado con buenas intenciones.

He aquí algunos ejemplos:
  • Introducir métodos ágiles de desarrollo de software: la idea es buena si existe la necesidad. Muchas organizaciones adoptan prácticas sin saber para qué lo hacen. Muchas veces copian patrones y conductas sin entender el trasfondo. Comienzan practicando daily standup meetings y creen ser ágiles. Al final resulta ser una pérdida de tiempo y la organización queda con la sensación de que eso de la agilidad es una mala idea.
  • Mezclar filosofías o prácticas incompatibles: Scrum es una buena herramienta. La única desventaja desde el punto de vista de algunas organizaciones es la falta de control y la dilución de autoridad y toma de decisiones. Qué tal si se mezcla Scrum con algo de autoritarismo, control y toma de decisiones centralizada. La combinación ideal? Mejor ni lo intenten!
  • Scrum especializado: Es genial tener un equipo de desarrollo de software capaz de entregar software cada 14 días. Para ello sólo se necesitan programadores. Se les encierra en una pieza y se les deja tranquilos. No hay para qué mezclarles con expertos del negocio ni testadores, pues podrían distraerlos. Horror!
No lo sé. Me encanta mi trabajo. Me encanta ayudar a organizaciones a mejorar la forma en que trabajan para producir software. Pero a veces la creatividad para convertir buenas intenciones en resultados desastrosos me sobrecoge.